V
Quisiera darte las cataratas que brotan de mi iris, cataratas de agua cristalina, llenas de verdades y plagadas de hojas arrastradas por el cauce, cauce de sauce llorón que no quiere caer no quiere dejarse mojar y allí lo tenés, en el medio de este ojo verdugo, te descifro las quinientas especies que van cayendo a la nada.
Ojos cataratas que no cesan de caer.
En la hondonada, en las profundidades carcomidas de las piedras, donde los torbellinos excaban un milimetro cada milenio, allí se fecundan las arenas de este desierto.