Me mira con esos ojos libidinosos babosos y yo miro a mi alrededor y no tengo escapatoria, las escaleras, los pasillos largos, las mil ventanas, es una prisión y el me recuerda que estoy en su poder, que quiere sexo del peor y yo quiero escapar y tengo miedo, ese miedo “espinal” y agarra a alguien y no soy yo y la veo sufrir y veo sus ojos.
La monstruosidad del tiempo, cuestiones pendientes, pies descalzos, agua escaleras abajo, voy al baño, me estoy vistiendo, mi blusa hindú color te con leche con sus decoraciones en razo del mismo color, mi falda de seda color te con leche toda arrugada y pienso y siento con todo mi ser “esta ropa le gusta tanto a Leo” y recuerdo que el color no es te con leche sino chocolate caído, clarito y me pongo las medias y se me mojan los pies y las medias y tengo que irme y mandar un mensaje de texto con el celus y no sé como hacerlo y afuera llueve  y se que cuando pase por ese pasillo largo, se que cuando salga del baño tendré que pasar por allí y se que para salir al garaje, tendré que hacerlo y se que cuando lo haga  voy a ver los ojos babosos, libidinosos que me querrá cojer “el peaje” y veré cientos de ventanas y muchas almas que penan. Pero salgo a una ciudad desierta, a calles  de mi pueblo, allá cerca del río y todo es gris y llego tarde a la clase de “...” y me siento por atrás y pregunto ¿clase de qué es? Y me mira alguien y me levanto y me voy, alguien está esperándome y camino y llueve y me siento tonta no se como mandar un mensaje de texto y DEBO HACERLO.

ESTOY ACA SACANDO ALGUNOS MUERTOS DE MI ENTIERRO.
Morfeus se rie a carcajadas y Freud se hace una panzada y yo me tomo un Ribotril.