Perseguí la sombra de aquella mujer, incesante aceché el líquido que iba perdiendo, olía el paso que su estela marcaba, pero nada lograba, a nada me acercaba, todo lo contrario, me alejaba cada vez más de mi campamento.
El día sin fin, la nieve sin fin, el tiempo sin fin, ya completamente perdido, sin orientación ni reloj mi alma y yo litigamos por el camino a seguir, me convencí de lo testarudo que soy, no logré convencerla de olfatear el camino antes seguido, sus excusas aparentemente válidas de la ventisca, la nieve caída y el sopor del paso cansino ya casi extenuado y los labios abiertos con sangre seca cortándose y volviendo a sangrar, una sola costra, la nariz hiperventilada ensanchándose y contrayéndose, los ojos, !!!ay los ojos!!!.
Estaba completamente perdido, no paraba de nadar, mi estómago crugía y mis pies ampollados, adoloridos estaban ya tiesos, no había escapatoria la muerte me encontraría en pocas horas, tic tac tic tac; si no lograba seguir moviéndome moriría congelado, la muerte lenta y fría iría llevándome poco a poco.
Ya había ganado, pero yo me resistía a entregarme, alguien sabía bien que esto sucedería, pero nadie impidió que me embarcara en perseguir la sombra de una mujer que olí a la distancia.
Creo que la he perdido cien veces ya, pero ella me ha encontrado al fin, por primera vez.