XI
Dejar las alas y anclar el corazón en el pecho de ese ser que te pide la contemplación y vos sólo querés darle tu esencia.
XI
Dejar las alas y anclar el corazón en el pecho de ese ser que te pide la contemplación y vos sólo querés darle tu esencia.
X
Siempre la espera es eterna, la penumbra nos tiñe y la luz nos destiñe.
IX
Hermosa.
Ese rojo que desprende de sus cabellos, esa mirada perdida, melancolía de saberse en algún lugar.
Indefinido.
VIII
La oscuridad de uno mismo encerrado en una baldosa después de la lluvia.
Ese estar inspirado de dentro de los pulmones de alguien no de creatividad y luego ExHaLaDos.
Voces de recuadros de otros diálogos y serpientes de otros serpentarios que emanan por todos lados como si este tiempo fuera casi casi el suyo, y no dosmilquinientos años después.
Me apego a tantos y tantos no hays que en este hoy te digo que hay mucho más en la penumbra de nuestra noche de anoche que en esta claridad chocante de este día de hoy.
VII
Soy un libro de frases
Sueltas.
VI
Los sueños sueños son, me he sentido así muchas veces en la vida, quiero estar aquí y ver el mundo, y los años pasan, pero que va, no importa quiero ver pasar la filmina de cada segundo, quiero verla caer, lámina a lámina y que caiga el telón de la vida, para cada acto.
V
Quisiera darte las cataratas que brotan de mi iris, cataratas de agua cristalina, llenas de verdades y plagadas de hojas arrastradas por el cauce, cauce de sauce llorón que no quiere caer no quiere dejarse mojar y allí lo tenés, en el medio de este ojo verdugo, te descifro las quinientas especies que van cayendo a la nada.
Ojos cataratas que no cesan de caer.
IV
No se puede vivir del amor
no se puede, no se puede.
Quién dice que el sacrificio no existe es porque no conoce el sacrilegio.
III
Y
El sueño se evade, me hundo en un recuerdo, acaricio insolente un cuerpo desnudo, dibujado en las sábanas, parece vibrar y entregarse a mí, mis manos acarician mis tabúes, parecemos mecernos en la cama, un limbo pasajero parece invadirnos y atascarnos en movimientos desmesurados y espontáneos, mis manos recorren nuevamente un cuerpo, la misma piel, el mismo olor, la misma sábana, tu ausencia me deja el vacío de saberme sola en esta inmensidad, deseando que estuvieras aquí.
II
Suele la soledad bien llevada y no forzada sernos completamente amena y hasta fructífera, pero la soledad impuesta y llevada a ella a la larga suele taladrarnos el alma y dejarnos cual colador, sin poder contener el agua, y con ello a la muerte porque somos más agua que sólido.